En
México más que una tradición, el rebozo es una prenda de identidad hasta hoy en
día con sus distintas variantes. Saber llevar el “Rebozo” es un arte; el rebozo sin el gesto, sin el andar,
sin estilo, sería simplemente un trozo de tela, que muchas mujeres utilizarían
sólo para cubrirse o de adorno. Para la
mujer indígena, el rebozo va unido a su vida, está integrado a su forma de ser,
de sentir y de percibir el mundo.
El
“Rebozo” se fabrica en casi todo México, pero cada uno tiene símbolos como el
color y el entretejido de los hilos que identifican su origen y comunidad que
lo utiliza o la época de elaboración.
Oaxaca, San Luis Potosí, Guerrero, Michoacán,
Yucatán, Estado de México, Puebla, Guanajuato, son los estados principales en
la elaboración del “Rebozo”.
En México,
se organizan ferias del “Rebozo” como: “La Feria del Rebozo en Santa María
del Río en San Luis Potosí en el mes de agosto y en el mes de septiembre en Tenancingo
Estado de México.
El Rebozo
se elabora la mayoría de las veces en telar de cintura, aunque a veces se hace
uso del telar de pedal, en ambos casos es un proceso artesanal muy laborioso y
donde intervienen varias personas en su elaboración.
“La diferencia entre rebozo y
chalina es que en la chalina se omite el proceso de amarrado, con lo que la
tela queda completamente de un solo color y no con el jaspeado (o granizado)
característico del rebozo.”

Incluso existe una leyenda sobre el rebozo.
“Si ante el Señor del Rebozo, treinta y tres credos
se rezan, de tres gracias que le pidas una gracia
nunca niega, siempre que resulte
justa y al creyente convenga”
Juan de Dios Peza
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